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Testimonios

Dr. Durántez

Nací en Barcelona a mediados del siglo pasado. Mi padre era un emprendedor. Desde muy pequeño y casi sin darme cuenta, aprendí de él muchísimas cosas buenas, cosas que ahora forman parte de mi manual esencial de conducta.

Recuerdo que una de las preocupaciones que compartían él y mi madre tenía que ver con el envejecimiento saludable. Los dos estaban convencidos de que era posible recorrer las últimas etapas de su carrera existencial con una buena calidad de vida. Sé que fueron a Rumanía a visitar a la célebre doctora Ana Aslan, pionera en geriatría y gerontología, para que les guiara por los diferentes tratamientos antienvejecimiento disponibles en aquella época. Volvieron muy contentos de su visita y siguieron a rajatabla los consejos de la doctora. No solo se trataba de tomar los suplementos alimenticios recetados, sino que había que seguir una serie de pautas globales que tenían que ver con el estilo de vida, la alimentación y la práctica del deporte.

Los años han pasado y este tipo de medicina se denomina en la actualidad “Age Management Medicine”, es decir “Medicina de gestión de la edad”. Hemos dejado en el camino el prefijo “anti” para acercarnos un poco más a la realidad de los tratamientos modernos. No se trata de ser “anti” de nada, sino de ser proactivos y tomar con decisión las riendas de nuestras propias vidas.

Cuando conocí al Dr. Durántez, él era un afamado experto en medicina deportiva y yo una persona preocupada por la salud y la prevención, supongo que casi sin quererlo, siguiendo la estela de mis progenitores. Yo practicaba deporte con asiduidad y quería sentirme bien y asegurarme de que mis condiciones físicas eran las adecuadas y de que no corría ningún riesgo de tipo coronario.

El Dr. Durántez amplió muy pronto la especialidad de medicina deportiva con la adopción y aplicación de las más modernas técnicas de la Medicina de gestión de la edad, siguiendo las teorías de los más solventes especialistas de los EE.UU. Han pasado ya más de quince años y lo que para mí empezó como un simple y rutinario chequeo deportivo, convergió inmediatamente hacia un completo modelo de prevención que ha durado durante todo este tiempo. La fórmula es muy simple: a través de diversas pruebas y análisis, se determina la condición física del paciente. Es lógico que a medida que nos hacemos mayores, disminuya la presencia en nuestro organismo de elementos esenciales para nuestro bienestar. La misión del facultativo es la de aportar lo que nos falta y fortalecer lo que nos queda. En este sentido, me gusta mucho una frase que acostumbramos a comentar con el Dr. Durántez: -“Doctor, vengo a verle para que no me tenga que curar”.

Yo he seguido fielmente los consejos que me ha dado el Dr. Durántez y he añadido a mi dieta los suplementos y vitaminas que mi cuerpo se ha ido dejando en la cuneta de mi recorrido vital. Hace ya tiempo que me siento en plenitud física y mental y practico deporte con compañeros que tienen veinte o treinta años menos que yo. Es evidente que puede haber diferencias técnicas, pero a nivel físico aguanto como el que más.

Pero aquí no se trata solo de estar bien físicamente, es igual de importante tener una actitud firme y positiva hacia la vida. Hay que desterrar los sentimientos negativos (odio, rencor, envidia, celos, avaricia, egoísmo…), pues solo hacen daño a la persona que los experimenta. Y por supuesto tener una vida social activa, querer y ser querido.

Doy las gracias al Dr. Durántez por ayudarme a tener una excelente calidad de vida, a pesar del paso inexorable de los años. Y lo mejor, es que puedo decir con orgullo que vivo en una armonía total, sin que el dolor afecte a ninguna parte de mi cuerpo.

Cincuenta años después… ¡qué grande es ser joven!

Esta es la historia de una Lolita increíblemente menguante. A mí nunca me gustó la juventud. No me gustaba la gente que lo era. No me gustaba ni serlo yo.

La juventud me parecía, cómo lo diré, un larguísimo páramo muy árido…. Una época en la que pasas por la vida de perfil, despilfarrando energías y dones (el que los tenga) y sin enterarte de nada. Cuando la belleza, la fuerza y la salud son una lotería que, si te toca, ni se te pasa por la cabeza agradecerlo.

Yo trataba de combatir el tedio acelerando mi biografía. Relacionándome con personas mayores, a veces hasta disparatadamente mayores que yo, y actuando yo misma como si ya lo fuera (supermayor). Eso no era difícil porque desde siempre mis gustos tuvieron un punto vintage y hasta redicho: cuando mis amigas empapelaban sus habitaciones de pósters de Leif Garrett y de los Bee Gees, yo impertérrita escuchaba a Frank Sinatra y Nino Bravo, iba al instituto con falda tubo y tacones cuando el paradigma eran los vaqueros roñosos y las Dr. Martens, leía mientras los demás…ay, los demás.

“Ay, si se pudiera volver a ser joven teniendo la experiencia de ahora”, oía a mi madre recurrentemente lamentarse. Tan recurrentemente que en mi afán por quemar etapas se infiltraba a veces un punto de repelús. No dejaba de resultar inquietante el generalizado entusiasmo de muchos de mis mayores justamente por aquella parte de mí que yo menos apreciaba: la bisoñez. Tanto como anhelaba yo quitármela de encima, parecían ellos echarla de menos.

Pero yo, ni caso. Rebasé la barrera de los treinta años primero y de los cuarenta después con sensación de ir siempre para arriba, en progresión ascendente. Se ha confirmado la sobrecogedora intuición que llenó de prisa mi adolescencia: adentrarse en la edad es personalizar la vida, customizarla más y más, para usar un término a la moda. Todos los jóvenes se parecen. Pero en la madurez, cada uno es como es a su manera.

Siempre tuve una fe ciega en que mi motor interior, ese que, en muchas personas, por desgracia, se cala a los primeros compases de la vida adulta para seguir el resto de la vida al ralentí, iría a toda máquina y hasta ganando caballos con los años. Nunca dudé de que lo mejor estaba por venir. De que, si no me fallaban el cuerpo y las energías, si no se me atravesaba ninguna enfermedad ni debilidad traicionera, el futuro siempre sería más y mejor que el pasado.

Era conmovedora por mi parte esa confianza, la tranquilidad absoluta con que pensaba yo eso, antes de conocer al doctor Ángel Durántez, o Doc, que es como yo le suelo llamar desde que una serie de insólitos azares, carambolas y casualidades (pero ya se sabe que lo casual suele ser el camuflaje del destino…) hicieron que nuestros caminos se cruzaran allá por el año 2016.

Ángel Durántez es un reputado pionero de la medicina antiaging en España, pero no es sólo eso. Yo creo que es uno de los pocos profesionales de su campo que he conocido que son plenamente conscientes, y que lo son todo el rato, del ineludible componente humanista de su oficio. El otro sería el psiquiatra Luis Rojas Marcos, quien tan admirablemente comprendió el impacto del 11-S en la psique no ya de sus víctimas directas sino de todos sus espectadores indirectos. Uno de los primeros en verbalizar la relevancia médica de la compasión.

Lo de Ángel Durántez parece menos de película, menos dramático, pero sólo si uno lo piensa sin pararse a sumar dos y dos. Porque, vamos a ver: incluso en el mundo de hoy, las posibilidades de tenerse que enfrentar en persona a algo como el 11-S son minoritarias. Son remotas. Por eso aquellos que sí se enfrentan son noticia. No lo son en cambio los miles de millones de seres humanos en el mundo que cotidianamente lidian con la vejez. El infierno de las mujeres llamaba pérfidamente a la vejez el francés La Rochefoucauld. Bueno, pues yo no creo que los hombres la sufran menos. Yo estoy convencida de que, para mucha gente, entrar en la tercera edad puede ser tan traumático como sobrevivir a un atentado terrorista.

El alargamiento de la esperanza de vida, sobre todo en sociedades como la nuestra, les ha dado la vuelta a muchas cosas. Ahora resulta que una persona razonablemente sana, que no muera de accidente o de enfermedad súbita, puede tener que ser “vieja”, o lo que antes se consideraba como tal, entre un tercio y la mitad de su existencia objetiva. Aquello de “morir joven y dejar un bonito cadáver” –o, ya puestos, “para lo que me queda en el convento…etc”-, cada vez va a ocurrir y a colar menos.

Más nos vale entonces que las edades avanzadas sean interesantes e incluso (como ambicionaba yo), más divertidas que las edades tiernas porque, de lo contrario…pues eso, millones de personas van a pasar no menos de un 40 por ciento de su biografía en estado infernal. De ahí la importancia de lo que hace Ángel Durántez, mi amigo y mi Doc. De lo que hace y de cómo lo hace.

La medicina antiaging, que combina lo preventivo con lo imaginativo, con una comprensión del cuerpo y de la salud como algo a optimizar y llevar a lo más alto (no simplemente conformándose con que no fallen o no den demasiados problemas), tiene más auge todavía en Estados Unidos que aquí, donde hay quien ya la ha sabido plantear como un artículo de lujo. Que envejezcan los pobres o los tontos, parecen venir algunos a decir. Para quien tenga luces y dinero, hay opciones para alargar no sólo la vida, sino todas sus potencias.

Ángel Durántez tiene el mérito de haber comprendido y puesto en práctica antes que otros una visión más “europea”, más humanista e incluso clásica, del implacable teorema americano. Sería injusto simplificar demasiado, pero ustedes ya me entienden: ser seriamente proactivo contra los envejecimientos prematuros, contra las decadencias evitables, es una magnífica profesión, puede ser además un buen negocio, pero cuando se hace bien, deviene además un servicio social de inesperada envergadura.

Mírenme a mí. Ya les he contado lo felices que me las prometía, la ilusión que me hacía hacerme mayor. Debo ser la única que, cuando mi ginecóloga me anunció que estaba empezando a entrar en menopausia, lancé un grito, lo juro, de sincero júbilo. Era como si la Lolita impaciente que siempre quiso ser mayor se desprendiera al fin de una pesada carga. Cumplidas mis fertilidades, tuve la sensación de tomar una nueva curva de mi vida especialmente libre, excitante y peligrosa.

Pero nunca habría sido igual sin mi Ángel Durántez de la guarda. Yo, que no soy del todo idiota, contaba con tener que pagar cierto peaje de achaques para acceder al divino tesoro de la madurez. Hombre, y algunas bajas ha habido: llevo hace años unas gafas que durante tres décadas y media ni soñé en necesitar, tengo que cuidar mi alimentación y que hacer ejercicio si quiero que mi cuerpo se ajuste a un determinado perímetro, necesito ayuda química para dormir por las noches…

Pero si hago balance debo decir que el pasivo de la edad es insignificante y que el activo es asombroso. Yo a los 30 años no tenía ni la mitad de la energía que tengo ahora. Es verdad que yo entonces fumaba y no cuidaba ciertas observancias. Pero desde que Doc entró en mi vida, es como si me hubieran salido nuevos músculos, nuevas neuronas, casi casi nuevas alas. Desde que él me enseñó a ocuparme de mí como de algo portentoso, a no aceptar nunca una versión de mí misma que no fuese la mejor, mis potencias se han multiplicado. Hasta en el sexo, oiga. Los reemplazos hormonales han significado para mí no un mero alargamiento de mi vida erótica, sino un verdadero reset de la misma. Nunca me había gustado tanto el sexo como ahora. Hay un gel de testosterona que si te lo aplicas tres veces por semana en…ah, pero de eso ya he hablado otras veces, y puedo volver a hacerlo cualquier otro día.

Hoy prefiero poner el acento en lo que me parece esencial: que el libro que tienen en sus manos describe y contiene una íntima revolución. La juventud de vuelta, como intuía yo de pequeña, es mucho mejor que la juventud a la ida. Mantener el motor en marcha a cierta edad no haciéndote trampas al solitario, no en plan retrato de Dorian Gray, sino entrando de lleno en el centro luminoso de la salud y la verdad, en por qué y para qué queremos estar vivos, nos hará no sólo más guapos y menos viejos. Nos hará mejores.

Porque al fin se cumplirá aquel deseo que hace sólo dos generaciones parecía inalcanzable: “Ay, si pudiera volver a ser joven con la experiencia de ahora” …

Pues eso. Gracias, Doc.

He hecho deporte continuadamente durante toda mi vida, y frecuentemente de manera intensa. A los 49 años noté súbitamente que mi rendimiento empeoraba rápidamente, y que me resultaba imposible mantener esfuerzos que apenas unos meses antes me hubieran parecido mínimos. La situación empeoró rápidamente y el agotamiento creció hasta afectarme más allá del deporte y dificultarme incluso mantener mis jornadas diarias de trabajo, que hasta entonces habían sido siempre intensas y extensas.

Soy médico, y me hice un análisis de sangre que reveló anomalías que nunca antes había tenido. Ninguna demasiado grave por sí misma, pero sí varias a la vez y que afectaban a órganos distintos. Como médico, no identificaba ninguna causa o enfermedad concreta que pudiera explicar la rapidez de mi deterioro físico, el cansancio tan intenso y progresivo, y las anomalías en mi analítica; varios órganos parecían estar empezando simplemente a agotarse. Es normal ir perdiendo rendimiento deportivo y cansarse más fácilmente al ir envejeciendo, pero no de manera tan brusca ni rápidamente progresiva. Además, nunca he fumado, tenía una dieta razonablemente buena y siempre había llevado una vida sana y hecho ejercicio físico; tampoco veía nada evidente que pudiera mejorar.

Por eso consulté al Dr. Durántez y hace ahora seis años que sigo sus pautas. Desde entonces la situación ha mejorado significativamente; las alteraciones de la analítica sanguínea han mejorado, varias de ellas se han corregido y, sobre todo, el agotamiento se ha reducido mucho y puedo seguir trabajando a pleno rendimiento y practicando deporte de manera habitual.

Como médico, valoro especialmente cómo actualiza sus conocimientos y fundamenta sus recomendaciones en los estudios científicos que van surgiendo, a fin de contar con una base sólida para obtener los mejores resultados sin asumir riesgos innecesarios. Como paciente, agradezco cuán pendiente está de la evolución de sus pacientes, el pragmatismo de sus recomendaciones, y que esté siempre listo a resolver cualquier duda que surja.

Es posible que estas pautas también prolonguen los años de vida. Pero realmente es lo que menos me importa; lo que ya he constatado es que están añadiendo vida a los años. Y eso desde luego sí me merece la pena.

Acudí a la clínica del doctor Durántez porque una buena amiga me lo recomendó encarecidamente.

Estaba preocupada por los efectos de la menopausia y en general por mi estado de salud. Tenía la impresión de que empezaba a acusar la edad en mi intensa vida diaria: tres hijos aún pequeños y un trabajo que me exige una constante dedicación, viajes, sin horarios fijos para casi nada… Si albergaba alguna duda sobre la utilidad de la clínica del doctor Durántez, despareció en mi primera entrevista con él. No me ‘vendió’ productos milagrosos ni técnicas excéntricas; sólo me explicó con sencillez los pasos que debía dar y me parecieron muy razonables.

Lo primero, conocer en profundidad mi estado de salud, mis fortalezas y debilidades, los riesgos de patologías, etc. Acostumbrada a los típicos análisis de rutina, me sorprendió el gran número de pruebas existentes que son capaces de detectar mucho más que el azúcar o el colesterol. A partir de ahí, un tratamiento personalizado basado en ejercicios, alimentación, suplementos nutricionales…, y testando su eficacia con controles periódicos.

A los pocos meses estaba simplemente maravillada. No sólo me siento más informada y segura sobre el presente y el futuro de mi salud; también en el día a día he experimentado una enorme mejoría, una energía que pensaba que era cosa del pasado.

Han pasado tres años desde la primera vista a la clínica y el doctor Durántez continúa ocupándose de mis necesidades y planificación con el mismo cariño y dedicación que el primer día. Seguimos poniéndonos metas ambiciosas, especialmente en el aspecto deportivo, con el que no dejo de disfrutar. Así he ganado alguna prueba corriendo, en el segmento de mi edad, y voy batiendo retos personales, tanto corriendo como en bicicleta.

Nunca había pensado que se pudiera crecer tanto físicamente en unas edades en las que pensamos que sólo se puede ir hacia abajo. Y esta extraordinaria mejora me está haciendo disfrutar haciendo mejor y con más facilidad lo verdaderamente importante: la dedicación a la familia y a las responsabilidades diarias con la sociedad. No soy médico ni tengo un conocimiento profundo sobre la salud, pero creo que la ciencia actual proporciona unas posibilidades que no están siendo aprovechadas.

Con un diagnóstico minucioso y unas terapias sensatas basadas en todo lo que ofrece hoy la medicina, la nutrición y el ejercicio, el doctor Durántez ha conseguido que me enfrente a la madurez y a la vejez con ilusión y optimismo. Un optimismo muy realista.

Por eso, una vez más, y esta vez públicamente, muchas gracias, Ángel, para mi eres eso, mi Ángel

Cristina – Empresaria & Deportista - Valencia

Soy un completo ignorante en medicina. Porque haya leído unas cuantas cosas en internet o porque haya estado presente en conversaciones en las que otros legos como yo hayan hecho afirmaciones rotundas sobre nutrición y salud, no me creo que sepa nada sobre la cuestión. Desconfío de tantos que hablan de oídas. Estoy seguro de no saber nada de la materia.

En estas condiciones, solo puedo opinar sobre el sistema de Age Management del doctor Durántez desde el punto de vista de los resultados que produce, no en general y en abstracto, sino muy en concreto en mí.

Tengo 55 años, soy paciente del doctor desde el año 2013 y desde entonces vengo siguiendo su sistema, no al dedillo, pero sí con bastante fidelidad. Esta es precisamente, por cierto, una de las características muy de apreciar del sistema. Es tan potente y amplio que no es necesario obsesionarse con él e ir cumpliéndolo a rajatabla: es más que suficiente, para obtener muy buenos resultados, una observancia aproximada de sus tres principales elementos, la nutrición, el deporte y los suplementos nutricionales.

El tema de la nutrición, en realidad, es sencillo. No se trata de una dieta ni de un régimen estricto de comidas, sino más bien de una cuestión educacional. El doctor acaba logrando que uno aprenda e interiorice unos buenos hábitos alimenticios, qué debe comer uno a lo largo del día y en qué momentos, qué no debe comer y hasta qué punto puede uno saltarse estas reglas para hacerlo con moderación y, por tanto, sin mala conciencia.

El tema del deporte es muy interesante y deshace muchos mitos erróneos. Todo el deporte que se requiere se circunscribe a entrenar fuerza y hacer ejercicio aeróbico un par de veces a la semana cada una de las dos cosas. Cuatro veces en total, no más de 45 o 50 minutos cada vez. A partir de ahí cada cual puede hacer el deporte que quiera, pero ya básicamente por diversión y placer.

En cuanto a los suplementos nutricionales, se trata de unos cuantos que se toman diariamente al levantarse y al acostarse.

¿Y qué resultados ha producido todo esto en mí? No es difícil resumirlos: en primer lugar, estoy en o muy cerca de mi peso óptimo, después de no haberlo estado desde los 17 años. Sospecho que esto de estar fuera del peso óptimo desde la primera juventud no es tan infrecuente: 6 años de universidad y estudio en plena movida madrileña de la época primero, y una vida profesional exigente y tomada en serio después, no facilitan estar en forma ni tener un tipo atlético.

En segundo lugar, tengo más fuerza y energía que nunca. Lo noto cada día en cosas simples como subir y bajar del coche, agacharme, incorporarme, moverme por la vida podríamos decir. Produce tristeza ver a personas de cincuenta y tantos moverse con torpeza y dificultad y, por tanto, produce satisfacción no encontrarse en ese caso. También noto esta energía en cosas más elaboradas, como las ganas de hacer excursiones, de salir con amigos, de viajar, de hacer ejercicio, ¡incluso de trabajar!, sin olvidar la vida afectiva y su derivada física: se puede ser a los 50 tan buen amante como a los 20...

Y finalmente, como tercer efecto destacable, menciono el sistema regular de monitorización a través de análisis y otras pruebas trimestrales. Da mucha tranquilidad saber cada tres meses que uno tiene su salud en orden.

Y esto es todo lo que puedo decir por ahora. El sistema de Age Management, me dicen, está orientado a envejecer saludablemente y en condiciones de poder disfrutar de la vida y sus oportunidades. Yo, bastante escéptico siempre, respondo que sí, que, de acuerdo, que ya veremos, que no tengo ni idea de cómo voy a estar a los 70 y que hasta que no llegue a esa edad y lo vea, no me creeré nada. Pero de lo que sí estoy seguro, y esto sí lo puedo afirmar, es que esa frase que como un hallazgo de ingenio se dice tanto ahora, "los 50 son los nuevos 30" es -puede ser- rigurosamente cierta.

A veces suceden cosas fuera de guion, ocurrencias que rompen tu quehacer cotidiano y, sin saber muy bien porqué, un día te encuentras sentada en una salita de espera haciendo tiempo para ser atendida por un médico a pesar de no sentir malestar ni tener enfermedad. Así, por casualidad, hace casi cinco años, un anuncio de “antiaging” llamó mi atención, y, fiel al instinto curioso que siempre me acompaña, entré en aquel lugar y pedí audiencia sin cita previa dejando que el destino dictase si aquello merecía ser escuchado. Así me senté delante del Doctor Ángel Durántez, a quien hoy considero un amigo, o más bien un íntimo confidente de mi salud, y así fue cómo él abrió en mí un nuevo campo de conocimiento; la puerta de una dimensión que jamás me había planteado: la inversión en la gestión científica de la salud, del bienestar y de la calidad de vida.

Por aquel entonces yo era una mujer sana de 47 años con buenos hábitos y con una salud y calidad de vida razonables. Mi primera impresión sobre el discurso del Dr. Durántez fue de escepticismo, pero, el conocimiento que él traía de EEUU, sus explicaciones divulgativas y cercanas, los libros y la inmensa documentación que me aportó, unida a la coherencia de su mensaje ( provengo de una familia de médicos ) me convenció… Pensé que, en lo que a salud se refiere, nunca había hecho nada al respecto más que vivir de rentas y que no podía hacerme ningún mal un buen chequeo; hacer  ejercicio dirigido; tomar suplementos vitamínicos con cabeza (no cualesquiera que me vendiesen en la farmacia en otoño);  equilibrar mi nivel hormonal para que mis células recibiesen el mensaje de que sigo joven; y hacerme análisis cada cierto tiempo bien tutelados y dirigidos a tener una salud de hierro.

Así, mi marido Ignacio y yo empezamos con el programa de Antiaging del Dr Durántez y, para nosotros, ha sido un descubrimiento y un acierto completo. Nos cuidamos como caballos de carreras cumpliendo escrupulosamente las pautas de Ángel a quien vemos dos o tres veces al año, y los resultados son palpables. Ahora tengo 52 años, he desarrollado una masa muscular que no he tenido nunca; estoy vital, cojo más de cuatro aviones a la semana por trabajo, y ya no huyo de los que estornudan a mi lado por miedo a un contagio. Estoy más fuerte que nunca, no he cogido ni un catarro ni una sola gripe en estos años y mi aspecto y calidad de vida son de una vitalidad y juventud que salta a los ojos, muy superior a la de otras personas de mi edad, pero, sobre todo, es muy superior a la mía propia antes de conocer a Ángel Durántez 

Mi experiencia es que hace casi cinco años, mis hijos se hacían mayores, se iban de casa y yo veía asomarse en mi vida el principio de la vejez y, contra todo pronóstico, resulta que hoy me como el mundo, me sobra la energía, y quiero preservar estas sensaciones.  Mi objetivo es seguir con este tono de fuerza física, psicológica y emocional mientras siga teniendo el privilegio de gozar de tiempo en este mundo. La idea que nos mueve a mi marido y a mi es mantener esta calidad de vida extraordinaria que ahora tenemos durante los próximos 30, 40 o 50 años de vida que nos queden.  Como dice mi amiga Carmen Tobías (símbolo Hastag ) Niuminutosinvivirlo, queelfindelmundonospillebailando.

Apostar por un programa medico de Age Management ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. No solo es invertir en uno mismo en términos de salud, bienestar personal y aspecto físico; es sobre todo una toma de conciencia de la importancia de cuidarse y quererse. Controlar la alimentación, organizar de una manera decidida y continuada el ejercicio físico, tomar suplementos vitamínicos y establecer controles clínicos no solo han conseguido que tenga una analítica con unos parámetros casi perfectos, también han producido un gran cambio en mi aspecto físico. Literalmente mi morfología se ha transformado sustancialmente en los 18 meses que llevo con este programa médico. Mi aspecto ha rejuvenecido varios años y mi peso es ahora el de mi juventud.  

Siempre he estado pendiente de los últimos avances de la medicina por lo que cuando descubrí el programa de Age Management Medicine del Dr. Durántez no dudé en ponerme inmediatamente en sus manos.

Acudí a su consulta hace ya más de dos años y me sometí a un riguroso chequeo médico cuyos resultados pusieron de manifiesto que podía mejorar sensiblemente tanto los resultados de mis pruebas médicas como una serie de biomarcadores. A la vista de dichos resultados, el Dr. Durántez me preparó un programa de medicina preventiva antienvejecimiento personalizado.

En el mismo se me pautó tanto la práctica regular de ejercicio físico y alguna actividad deportiva, como una nutrición sana y equilibrada, suplementación nutricional de vitaminas, minerales y oligoelementos y como una terapia hormonal dirigida a paliar la disminución progresiva que produce el envejecimiento del nivel de muchas hormonas, lo que se traduce en cansancio, falta de actividad sexual, etc.

Desde que empecé el tratamiento mensualmente me someto a unos controles y en períodos de tiempo un poco más largos me repite algunas pruebas.

Desde luego puedo afirmar que ha habido un antes y un después del tratamiento de Age Management Medicine. A mis 60 años, que sin duda no aparento físicamente, me encuentro mucho más vital, más contenta, ¡¡soporto mucho mejor los esfuerzos físicos y ni siquiera pienso en dejar de trabajar o jubilarme!! Además, duermo y descanso mejor.

Si me comparo con las personas de mi edad la diferencia es grande, tanto en mi aspecto exterior, como en mi salud en general, actitud, energía y vida sexual; en esta última, en relación con las mujeres de mi edad que suelen sentirse acabadas en ese sentido, la diferencia es grande, he notado una mejora importante.

En definitiva, la Age Management Medicine ha tenido para mí un resultado óptimo y me ha convencido de que si bien el paso del tiempo y el envejecimiento, por el momento, pueden ser inevitables, la forma de envejecer es muy distinta siguiendo este tipo de medicina.

Hace aproximadamente un año que estoy siguiendo el plan propuesto por el Dr. Durántez, relativo a nutrición, suplementación y ejercicio físico. Tengo que comentar que llevo muchos años practicando deporte en general y más en particular ciclismo; además en los últimos 6 años he estado activamente entrenando y participando regularmente en competiciones de triatlón, como aficionado, así como en carreras populares de hasta media distancia. Por todo ello ya tenía un cierto conocimiento sobre el entrenamiento físico, la nutrición y demás aspectos relacionados con la salud y el deporte. Por ello me animé a pasar por la clínica de doctor.

En términos generales el programa está funcionando perfectamente y si bien más adelante detallaré los cambios que he ido observando en mí mismo, creo que es importante resaltar que pese a encontrarme muy bien cuando me acerqué a la clínica y pensar que mi salud era óptima, me encontré con que aparecieron pequeñas dolencias subclinicas, en particular ciertos temas relacionados con el metabolismo de los carbohidratos y con el estado de las arterias coronarias, que podrían haber derivado en serios problemas de salud a largo plazo. Creo que sólo por esto ya mereció la pena empezar con el programa y seguir sus pautas.

Voy ahora con las mejorías observadas. Prácticamente desde el principio, a las dos semanas, tuve una mejoría espectacular en todo los relativo a tránsito y regularidad intestinal. Poco más tarde, me percaté de que estaba de mejor humor en general, de mejor ánimo y disposición para todo, quedando alejados ciertos episodios de tristeza de los que he sido más consciente cuando me han abandonado. Casi simultáneamente empecé a notar que esos típicos dolorcillos que me parecían normales al levantarme por las mañanas, musculares o de espalda habían disminuido o habían dejado de molestarme.

En cuanto a la actividad deportiva, dentro de las limitaciones características de mi grupo de edad, me encuentro en general muy fuerte, habiendo bajado tiempos en todas las pruebas que suelo utilizar como contraste y recuperándome muy bien después de pruebas exigentes, como son el medio maratón o los medio iron-man.

Inicialmente no experimente grandes mejoras en el dormir. Con el tiempo, a lo largo de este año y especialmente en los últimos meses, si puedo decir que he ido mejorando, durmiendo más tiempo y con más profundidad. Creo que es más por los cambios en los hábitos que he ido adoptando que por la suplementación en sí misma.

En resumen, esto está funcionando. El programa me ha creado una mejor consciencia sobre el estado de la salud de forma permanente y a seguir aprendiendo sobre cómo influyen unos u otros aspectos en todo ello.

Desde pequeñita, cuando pensaba en los deseos que pediría al genio de la lámpara, si alguna vez me lo encontraba, siempre me venía a la cabeza el poder dormir como una persona normal y no sentirme continuamente tan cansada, entre otras cosas. Hace aproximadamente 6 o 7 años, apareció mi genio particular. Se llama Ángel Durántez y me concedió un descanso diario profundo y una sensación de vitalidad que no había tenido nunca.

Ángel propone un avanzado programa de ejercicios y rutinas físicas, que, en mi caso, la mayor parte de ellos ya los venía practicando, de suplementos y controles.

Mi experiencia, a parte de lo comentado anteriormente, tengo que decir, que no puede ser más satisfactoria. Me siento mejor que hace años, en todos los aspectos de mi vida, no solo física, sino mental e incluso anímicamente.

La medicina que practica previene el envejecimiento y las enfermedades relacionadas, que son casi todas, y además mejora tu vida presente significativamente.

¡¡¡Gracias, Ángel!!!

Somos una pareja de 50 años con buenos hábitos de vida que buscamos envejecer de la mejor manera posible intentando no perder la actitud y que el cuerpo rinda lo más posible y, aconsejados por un amigo que es uno de los mejores cirujanos de España nos pusimos en manos del Dr Durántez con su medicina antienvejecimiento.

¿Qué decir?, pues que hay un antes y un después, nuestro cuerpo y mente han cambiado de tal manera que no podemos decir que estamos como cuando teníamos 30, sino; que NUNCA hemos estado como ahora, vitales, enérgicos, sin pereza, sanos y porque no, más guapos y contentos, con chispa, una chispa que con la edad y la vida estresante que llevamos es difícil de tener.

Una anécdota que lo resume sería que en un viaje de mi marido, cada uno en una punta del mundo, hablando por whatsup por la noche y contándonos entre risas todo lo que cada uno por su parte había hecho durante el día, estrujándolo hasta el último minuto, nos mandamos en el mismo momento y sin premeditación la frase:

I ❤️Durántez.

Va a ser más de nuevo años que conozco al Dr. Durántez y me acuerdo de que me gustó su manera y aproximación a la medicina preventiva desde el primer momento porque su aproximación y forma de trabajar con sus pacientes es pragmática y realista cuyo objetivo es generar un programa integral que abarca todo, pero sin ser extremista hasta el punto de que no sea tan rígido que es insostenible.

En mi caso, Ángel me ayudó a establecer un programa personalizada para mejorar mi nutrición, para ser más regular y disciplinado en el ejercicio, de establecer – mediante pruebas clínicas externas – los suplementos, hormonas y, en mi caso, algún producto farmacéutico idóneos para mí – y luego realizar controles para monitorizar y ajustar los doses.

Soy una persona que le gusta tener objetivos tangibles y medibles y en este aspecto Ángel tampoco falla. A parte de los análisis de laboratorio, me hacía pruebas de esfuerzo (VO2 máximo, press de banca y de piernas máximo, de flexibilidad, de composición corporal (DEXA) entre otros.

Y conforme que iba siguiendo el programa, notaba las mejoras en estos resultados y, por supuesto, en mi vida cotidiana; me sentía con más energía, más agudo mentalmente, y más relajado (a pesar de mi trabajo de directivo muy estresante) y, consecuentemente, más feliz.

Como decía, y esto es realmente importante, un buen programa no viene a ser una “imposición” sino algo que para mí que me hace sentir mejor y, por lo tanto, no es una carga. Si algún día me apetece comer “comida basura” o pasarme en algo, lo hago; lo importante es la tendencia y Ángel nunca me ha intentado prohibir nada sino hacerme mucho más consciente de lo que ingesta y la actividad que hago. 

Me recuerdo que, pasado unos meses al inicio de mi programa, me veía cada vez mejor en el espejo y la gente también me decía que “wow, vaya cambio”. Nunca había sido una persona con sobrepeso, pero perdí seis kilos de grasa mientras que cogía tres kilos de musculo. No había estado en tan buena forma desde que había competido a un nivel muy alto en atletismo en la universidad.

Hoy gracias a la implementación de mi programa y con el apoyo, monitorización y “coaching” de Ángel, he recuperado – y estimo que mantengo un nivel de fitness y de energía, un físico y una salud general de un hombre mucho más joven. Me siento que tengo al menos 10 años menos de lo que dice mi DNI y es un placer poder hacer 100 kilómetros en bici con mi hijo de 17 años en una mañana con una intensidad importante y ni siquiera tener agujetas al día siguiente.

Gracias a Ángel, espero seguir gozando de una vida llena y plena en todos los aspectos durante todo el tiempo que me sea posible. Es, sin duda, la mejor inversión que he realizado en mi vida.

Hace 5 años empezó mi trayecto con el Dr. Durántez.

Tenía 45 años y estaba bien, soy muy consecuente en cuidarme la comida y el deporte, pero quería algo más. Quería alguien con conocimiento para ir un paso más adelante.

Existen tantos suplementos y tanta oferta de entrenadores que quería usar mi tiempo manera más eficiente y con mejores resultados.

Como descubrí al Dr. Durántez como el más avanzado en este terreno, decidí confiar en él.

¡Ahora voy a cumplir 49 años y me encuentro mejor que hace 5 años!

No sabría decir como hubiera estado sin estos años con el Dr. Durántez. Pero si sé, que con 49 años me identifico más con las mujeres de 40 que con las de 50.

Los tratamientos con los que empecé con Dr. Durántez ya hace 5 años ahora están confirmando su eficacia en la prensa.

He tenido 3 hijos con 40 años siento que es mi responsabilidad cuidarme para estar con ellos muchos años en buena forma física.

Cuando conocí al doctor Durántez tenía 52 años y llevaba dos con menopausia. Para mitigar sus efectos, mi ginecólogo me había prescrito Boltin, un medicamento que ayuda a sobrellevar parte de sus síntomas pero que en absoluto mitiga todos.

Mi mayor preocupación era que estaba ganando peso paulatinamente, y nada de lo que hacía frenaba esa tendencia. Siempre fui delgada, mi peso habitual era de unos 57-58 kilos y estaba casi en 65. Soy una profesional en plena actividad, y la figura que se me estaban formando nada tenían que ver conmigo; sencillamente, no me reconocía.

El doctor me hizo ver que aquello podía controlarse, paliar de manera natural los efectos de la menopausia, reponiendo las hormonas que con la edad se van perdiendo. Empezamos haciendo una amplísima analítica, en la que se puso de manifiesto las carencias de mi organismo. Me sometí también durante dos semanas a un régimen muy, muy estricto, con el que conseguí perder cuatro de los kilos que me sobraban, y a partir de ese momento logré mantener mi peso.

Con el resultado de la analítica me prescribió aquellas hormonas que faltaban en mi organismo, como estrógenos, progesterona, DHA, e incluso testosterona, y los suplementos vitamínicos precisos para ayudarme a mantenerme vital, y con energía suficiente como para afrontar mi estresante día a día.

Hoy tengo 55 años, y los síntomas de la menopausia están controlados con la medicación. hay que ser riguroso con ella, y hacer analíticas cada medio año para ir ajustándola, para que nuestro organismo funcione a pleno rendimiento, como el engranaje de un coche.

Haciendo un poco de deporte -es imprescindible-, controlando un poco la alimentación, y siguiendo con la medicación y controles precisos, mantengo mi día a día con energía, y la verdad es que no temo adentrarme en los 60, pues sé que voy a seguir sintiéndome joven y llena energía.

¡¡Altamente recomendable!!

En mi juventud he sido muy deportista. He practicado judo y tenis de competición. Pero después la vida me cambio.

Trabajas, coges malos hábitos de vida, dejas de hacer deporte, vida muy sedentaria, etc. Y al final uno termina engordando con todo lo que esto conlleva. El ser humano es una maquina perfecta y no a todos, los kilos nos afectan igual, unos tienen colesterol, otros diabetes, es mi caso, etc.

Intentas paliar todos estos efectos negativos con recetas milagrosas que todos conocemos y por ello no me extenderé en ellas. Recetas que al final no aportan los elementos nutricionales, ni los hábitos necesarios a la ruta perfecta que nos corresponde a cada uno de nosotros.

Y, además, el sistema es como es, y pocas veces conseguimos saber cómo realmente estamos. De ahí es necesario regular este reloj que es nuestro cuerpo y que debe de seguir unas pautas muy necesarias.

Y claro está, la edad no ayuda. Y esto es de doble dirección. Si no sabemos cómo cuidarnos, nos estropeamos. Con lo cual envejecemos mal, y nuestra esperanza de vida disminuye. Y si nadie nos informa, o nos informan mal, algunas cosas pueden arreglarse, pero otras siguen estando igual, y nuestra curva de envejecimiento va a peor.

Pero tuve la suerte de conocer al Doctor DURÁNTEZ PRADOS hace ya cuatro años.

Mis condiciones de salud eran delicadas. Y le dije que no creía en los “médicos milagrosos”. Lo entendió, y me demostró que sus tratamientos son una realidad.

Para empezar, y por ahí iniciamos nuestra andadura, un chequeo global y detallado es imprescindible. Si no conoces el estado detallado de la mecánica, no puedes actuar. Sangre, hormonas, genética, huesos, sistema nervioso, corazón, etc. Hay que mirarlo todo.

Y es lo que hicimos.

Y desde entonces, a base de tesón, de esfuerzo, de análisis periódicos, de cambios en pautas nutricionales, pautas reales, ejercicio, etc. he conseguido mejorar y mucho. Y todo esto gracias a esta magnífica simbiosis paciente- médico que tengo con el Doctor DURÁNTEZ.

Mis valores elementales para un buen funcionamiento en cuanto a salud y alargamiento de vida han ido mejorando fuertemente en estos últimos años. Mis niveles de DHEA están por las nubes, en valores porcentuales por debajo de jóvenes con 25 años.

Inicialmente a parte de la nutrición, que nunca es fácil llevar al dedillo, dedique meses a un ejercicio físico de cardio. Caminar todos los días en el entorno de 15.000 pasos o 7,5 kms aproximadamente. Esto me permitió llegar a una pérdida de cerca de 10 kgs en tres meses.

Pero después par razones profesionales, deje de hacer este ejercicio, y recupere 3 kgs en pocos meses. El efecto rebote estaba limitado y yo me encontraba fantástico.

Pero había que seguir con la carrera de fondo. Y me apunte a un gimnasio para trabajar fuerza con un entrenador personal bajo la supervisión del Dr. Durántez. Llevo de esto un año.

Al principio el ejercicio de fuerza me llevaba a procesos de disnea o falta de aire al respirar en el entorno de 130 rpm. Hoy un año después, he incrementado mi masa muscular en 5 kgs y he perdido 5 kgs de grasa visceral, y los procesos de disnea han desaparecido prácticamente, pudiendo aparecer en el entorno del 170 rpm. Para mi hoy 130 rpm, es una situación de confort entre ejercicio y ejercicio.

Con todo esto, no quiero decir que esto es fácil. Primero gracias al Dr.  Durántez he aprendido que todavía puedo hacer muchas cosas. Lo más importante tener una buena salud. Que, con 53 años, tengo mucha fuerza, si la se cuidar. Fuerza que como es lógico se traslada a nuestro motor, el corazón, que ha pasado en un año de unas pulsaciones en reposo de 87 rpm a 68 rpm.

Que la carrera sigue. Que sigo mejorando día tras día. Que he cambiado mi forma de comer. Qua ahora se determinar cuál es la proporción de proteínas reales de un huevo, por ejemplo. Que peso mi comida. Que se cuándo tengo que comer una cosa y otra no.

Este aprendizaje es duro. No puedo parar mi carrera. Y gracias a la medicina Anti Aging del Doctor DURÁNTEZ que siempre está pendiente de cualquier síntoma, variación, etc., hoy en comparación a lo que era cuando le conocí, soy otra persona.

No quiero por ello quitarle merito a mi entrenador personal, Juan Roses, el cual también ha sabido soportar esta situación en el último año, donde yo muchas veces no daba ni un euro por mi capacidad de trabajo.

Es un conjunto de factores. Pero todos nacen de haber podido conocer a un profesional como el Doctor DURÁNTEZ que ha sabido abrirme los ojos en muchos aspectos. Y todos deberíamos tener un compañero de vida como el Doctor DURÁNTEZ.

Para terminar, me gustaría hablar de trabajo funcional.

Hace un año, no era capaz de hacer una flexión con apoyo en trapecio, y bien hecha.

Ahora hago 5 series de 10, seguidas.

Hace un año, no era capaz de hacer una dominada. Hoy empiezo a hacer 3.

Tengo una capacidad de empuje de 260 kgs en Press Legs inclinado a 10 repeticiones, hace 4 años con 80 kgs no podía.

Y mi peso es de 114 kgs, pero antes tenía mucha grasa, y hoy tengo mucho más musculo, y mi volumen corporal ha disminuido.

Es un conjunto de cosas, y claro está, yo también tengo que poner de mí.

Gracias Doctor Durántez.

La decisión de abordar un programa de salud en la clínica del Dr. Durántez trasciende para mí, en realidad, algunos de los aspectos más tangibles y visibles ─incluso llamativos─ que se traducen en la indudable mejora del bienestar general y de la calidad de vida que resulta del seguimiento de estos programas. Con ser esos aspectos importantes o decisivos ─ahora me referiré a ellos─, el sentido de consciencia ante la propia salud que me ha imprimido el implicarme en un programa de esas características es, si cabe, más relevante que aquellos efectos concretos tan positivos, ya que éstos acaban informando y fortaleciendo toda una actitud ante la vida, así como el sentido de responsabilidad que tenemos ante ella.

En relación con los efectos beneficiosos “tangibles”, es indudable la mejora del bienestar general, el incremento de la fuerza y la energía, la “desaparición” casi hasta el olvido de muchas incomodidades ─debilidades, dolores o molestias─ que fueron, precisamente, las que me animaron u obligaron a tomarme en serio la salud comprometiéndome con la realización de un programa adaptado y personalizado en la clínica. Más allá de esta reflexión sobre las mejoras concretas, creo que no es preciso numerarlas o ahondar en ellas, pues van desde la calidad del sueño al tono muscular, pasando por la ausencia de dolores que antes existían, o el rendimiento sexual. En el libro en el que se incorpora este testimonio junto al de otros pacientes de Ángel Durántez, es seguro que se habla de todos ellos ampliamente.

Donde yo quiero hacer hincapié es en el valor de la conciencia de responsabilidad, ante nosotros y ante quienes queremos, de cuidar nuestra salud. Es casi un imperativo ético: nos debemos a muchas personas y también nos debemos a nosotros mismos, pero no podremos cumplir las expectativas ─ ser felices y hacer felices a otros─ si no estamos bien, si no nos encontramos bien. Adoptar la actitud adecuada ante todo esto es, como digo, una cuestión ética que incide en la mejora de una auténtica higiene integral, tanto física ─somática─ como mental.

Yo animo a cualquier persona que ya haya intuido esta autorresponsabilidad que todos tenemos por nuestra salud a que descubra, más pronto que tarde, esta parte “trascendente” de un tratamiento médico que es mucho más que un tratamiento médico. Y conviene abordarlo pronto, cuanto antes, porque, como seguramente le explicará Durántez, con los años, y rápidamente a partir de una cierta edad, la masa muscular se enflaquece, nuestros huesos se debilitan, nuestra fuerza desaparece, nuestros telómeros se acortan… Sin embargo, la buena noticia es que todo esto es en cierta medida reversible, si somos conscientes, si somos responsables, si pensamos con un sentido más… trascendente.